04/08/2019: Después de pasar mi primera noche en Groenlandia, desperté asombrado con un día soleado. En mis espectativas climatológicas que había imaginado encontrar en Groenlandia, esperaba todo lo contrario. Recogí el saco de dormir y todo el equipo, junto con mis compañeros de viaje. Esa noche, dormiríamos en el campamento glaciar de Qalerallit. Después de desayunar, nos subimos a la zódiac que nos llevó por los helados vientos desde Qassiarsuq hasta Narsaq. Allí hicimos una parada para comer, visitar el pueblo y posteriormente con otra zódiac, llegar al campamento frente al inlandis.
La llegada al puerto de Narsaq no pudo ser mejor, nuestro capitán nos puso una canción inuit para cantarla juntos, mientras atracaba:
En Narsaq viven menos de dos mil personas, su nombre significa "llanura" y está rodeada de montañas. Aquí los inuits (habitantes de Groenlandia) cambiaron hace años los iglus, por las casas prefabricadas de colores provenientes de Dinamarca.
Se respiraba tranquilidad, no se si especialmente porque era domingo, pero caminando por una corta carretera que rodeaba el pueblo y viendo a algunas personas pasear, me dí cuenta de que las prisas, el estres y los horarios, no tenían cabida en ese pueblo.
Me sorprendió lo bien preparado que estaba, ví instalaciones como un hospital, una comisaría de policia, un museo, un colegio, supermercado, un cibercafé, etc.
Mercado de pescado: (estaba cerrado)
Entramos a comprar en un gran supermercado que tenía de todo, desde productos de alimentación, ropa, libros, juguetes, productos informáticos, motores de zodiac, pintura, hasta productos de caza y pesca, etc.
Fue curioso encontrar estos rifles, sin mucha vigilancia y seguridad:
Muchas de las casas no tienen agua corriente, tienen que ir a una caseta en el exterior a recoger agua y llevarla a casa. También hay centros comunes donde realizan actividades culturales y también pueden ir a ducharse.
Fuimos a una tienda de artesanía que nos habían recomendado, para comprar algún objeto de recuerdo. Tienen costumbre de trabajar objetos y joyas con cuernos de renos o huesos. Pero tuvimos mala suerte y aunque el horario indicaba que abría en domingo, estaba cerrada.
Seguimos paseando por la carretera y curiosamente nos cruzamos tres veces con una pareja que paseaba con un carrito y su bebé:
Encontramos una pequeña tienda abierta y ya que no pudimos entrar en la tienda de artesanía, fuimos a ver si podíamos comprar algún souvenir. Encontré un bonito imán para la nevera, pero, la mala suerte seguía, la mujer de la tienda, nos dijo no le funcionaba el datafono porque había perdido la señal wifi. ¡Y tampoco teníamos coronas danesas!, así que, no pudimos comprar nada, hasta que encontramos el supermercado anterior. Allí, sí pudimos por fin, hacer algunas compras.
Emisora de Radio de Narsaq:
Los pequeños puertos son las vías de comunicación entre los pueblos y ciudades en Groenlandia, ya que no existen carreteras que los unan. Los inuits se han dedicado siempre principalmente a la caza y pesca, de gambas, bacalao, focas y ballenas. (solo permitido para su propio consumo).
Ví que muchos niños habían sacado a pasear con sus bicis, las cuales abandonaban en cualquier sitio y sin temor a que se las robara alguien. También había muchas casas con las puertas abiertas, por lo que no le encontraba mucho sentido a que el pueblo tuviera una comisaría de policía.
A este pequeño inuit, vimos como se le salió la cadena de la bicicleta. Nos acercamos para ofrecerle ayuda, pero prefirió hacerlo el solo con sus amigos:
Aquí encontramos la peluquería del pueblo. Había que pedir cita previa:
Niños jugando en columpios y camas elásticas:
Un niño podando el cesped con los icebergs al fondo:
El puerto al que llegamos:
Terminamos este paseo por Narsaq y después de comer, volvimos al pequeño puerto para en un par de horas en zódiac rápida, llegar al campamento frente a la tierra helada.