Fin de año 2011: El 27 de febrero es el nombre del campamento de refugiados saharauis en el que estuve una semana viviendo con una familia saharaui.
Este es uno de los campamentos situados en uno de los lugares más duros del desierto del Sahara, donde los refugiados saharauis se instalaron, al sur de Argelia, muy próximo al sur de Marruecos y al norte de Mauritania.
Son ya 36 años los que la población refugiada sobrevive en el desierto, en un lugar en el que salvo en un próximo oasis, es nula la posibilidad de autoabastecimiento, debido a la ausencia de agua y con ella la imposibilidad de producción de cultivos y ganado.
Portería de fútbol:
Las familias viven en jaimas (tiendas de campaña) y/o en casas hechas de adobe (tierra, arena y paja) y cubiertas de chapa metálica.
Al poco tiempo de estar allí, uno se da cuenta de la gran cantidad de cosas que nos sobran para vivir, en una sociedad que nos induce al consumo, al usar y tirar sin parar aunque todavía sea útil.
Muchas veces con egoísmo y envidia, para ser más o poseer más que el vecino, sin darnos cuenta de que el consumo y la posesión no lleva la felicidad. Eran esos niños saharauis que vi descalzos, jugando con piedras, neumáticos, etc. que sin videoconsolas y videojuegos tenian una sonrisa y una felicidad difícil de encontrar en los niñós de paises desarrollados abastecidos de muchos caprichos.
Tan solo fue una semana, en la que nos duchabamos con toallitas húmedas al no tener a nuestro alcance esos litros de agua que caen solo al abrir un grifo, pero fueron suficientes para darse cuenta de muchas cosas y de valorar aquellas más sencillas.
Con la fuerza y voluntad por conseguir la independencia y volver a sus territorios ocupados, la población refugiada saharaui ha podido construir (con ayuda de organizaciones y personas de muchos países) escuelas, talleres, el museo nacional, una granja de gallinas, un pequeño huerto con hinvernaderos, un hospital, emisora de radio y TV, (estas cuatro últimas en Rabuni, en el que hay un oasis), etc.
Al fondo el colegio del 27 de febrero, a la derecha, el Museo Nacional:
Vista de un aula del colegio:
Museo Nacional:
Chica saharaui mirando al campamento:
El campamento 27 de febrero es el único que tenia electricidad, tomada de las lineas argelinas. Disponían también de antenas de telefonía móvil con cobertura argelina y la mayoría de saharauis tenia teléfono móvil de prepago, claro.
Había muchas tiendecitas con productos normalmente traídos de Tindouf:
Tienda saharaui:
Jaima rodeada de muros de adobe:
Las casas tenían prácticamente todas una antena parabólica, ya que tenían televisiones y en los otros campamentos en los que no había luz, siempre vimos placas solares en las que cargan baterías.
Me di cuenta de la gran cantidad de ayuda española que hay en los campamentos (siempre de organizaciones y personas pero ninguna nunca por los gobiernos).
La granja de gallinas por ejemplo fue en colaboración con Extremadura, había muchos vehículos españoles, tanto particulares con matricula española como oficiales. Vi camiones de muchas provincias españolas, furgonetas (una de la Ertzaina), un trailer de correos, etc, etc. Y en el hospital por ejemplo era una organización catalana la que aportaba materias primas para que fabricaran diferentes medicamentos.
Autobús de la diputación de Castellón:
Depósito de Castilla y León:
Precarias conexiones de luz y cables eléctricos por el suelo:
Vista al atardecer:
Mujeres saharauis paseando:
Camión cisterna que abastecía de agua potable:
Camión abandonado:
La esperanza de un sahara libre:
Cabras:
Antenas de telefonía al fondo:
Jaimas dispersas:
Con mi turbante junto a unas chicas:
Guardería:
Fachada pintada:
Junto a una autoescuela:
Panorámica desde la pequeña cima:
Por el suelo había muchas partes de vehículos abandonadas, sobre todo motores:
Anochece en el Sahara:
Y al anochecer, aparecen miles de estrellas imposibles de ver en nuestras ciudades contaminadas.
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